miércoles, 13 de febrero de 2013

Para que te nutras

Mentes, obturadas por un abismo.

Asistimos al infinito desarrollo de las sienes,
lejos del mundano lugar donde se cuecen solas las cicatrices.
El guiso del espanto
o la infamia trajinada.

No hay pureza cabal en nuestras sensasiones.
Estamos todos mirando una caja
casi desde la nuca,
sin premeditaciones.
Como una orden de budas obsoletos
cuyo mensaje no se eterniza en la conciencia sino en el cielo,
al que miramos con displiscencia,
sin sentido de la hora y de la muerte,
que no tiene reveces ni bendiciones: 

Solo és para que te nutras.

Nutrite, y nutrido mueras,
y te devuelvas a la tierra, siendo, pues sos lo que le sacaste.
Sos la severidad de los cardones
que buscan su lugar en los caminos
cuando nadie los camina.
Cuando no son mas que cielos
que si alguien pasa mutan, y ese alguien es camino y ese cielo es caminante.

No hay rachas buenas en los abismos
mas los fantasmas buscan.

Solo la muerte muerta juzga los grilletes de su paciencia.
Solo la infamia, infame, luce su infatigable destino en el horizonte de los quietos.

Eso es lo que luce cuando mueres: alba.
Solo se camina despojado.
Nadie que sepa andar, anda.

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